DIFERENTES CARAS CON UN MISMO CHIP
Por: Alberto Bejarano Ávila
Especial para Opinión Pública
El examen de aptitud y eficacia de
los gobernantes suele hacerse bajo dos enfoques, desde lo coyuntural,
personal y visceral y desde lo sociológico, histórico y político. Si
este juicio confunde, veamos un ejemplo: ¿qué diferencias hay entre los
últimos cinco alcaldes de Ibagué? Unos loarán, otros censurarán y
algunos no vemos diferencias substanciales. Sin hacer juicios de valor
(inepto, apto, probo, venal) digo que el discurso, inventiva, actitud,
desempeño y liderato de cada alcalde es la misma cosa, es decir son
caras distintas con un mismo chip y, sin ser vidente, puedo vaticinar
que, de no cambiarse el chip, los próximos cinco alcaldes serán clones
de sus antecesores.
Jovellanos dijo que “Cada pueblo
tiene el gobierno que merece”, y yo, aldeano raso, digo que el defecto
no es del producto (el gobernante) sino del troquel que lo moldea (la
mentalidad). El anticuado troquel seguirá fabricando productos
defectuosos (de los que luego nos quejamos con plena razón) porque los
imaginarios de desarrollo que motivan nuestra voluntad electoral son
errados, porque toleramos lideratos decadentes que incuban toda
expresión de subdesarrollo y porque rehusamos construir ideas ciertas de
desarrollo. Cruda e irreverente, pero es la verdad.
El arcaico chip se colmó de
paradigmas basura: falsas ideas de democracia y de economía política,
disociación entre interés personal e interés común, creencia de que
clientelismo equivale a peso político y autogestión a gestión exógena.
Quienes vienen a la región a hablar de desarrollo coinciden en decir que
“el Tolima sólo progresará si cambia de mentalidad” y, aun así,
nosotros, “nos hacemos los de la oreja gacha” y no suscitamos una
revolución conceptual que modifique la mentalidad, el discurso y el
proceder de quienes se ocupan de los asuntos públicos.
Además de riqueza natural y
oportunidades para construir desarrollo, el Tolima cuenta con estudiosos
de economía política, eminentes juristas, expertos en desarrollo
regional, intelectuales progresistas, científicos sociales, buenos
analistas políticos, constructores culturales, empresarios persistentes,
comunicadores serios y una copiosa producción de iniciativas. Esta
riqueza humana, aceptémoslo, fue suplida por politiquería, cabildeo,
megalomanía, egocentrismo, leguleyada y una lógica decadente, pequeña y
mordaz que haciéndose taquillera nos retrotrajo a tiempos bárbaros de
pan y circo. La decadencia cultural es causa y el resto, incluida la
corrupción, son sus efectos.
¿Es verdad que el tolimense quiere
construir desarrollo? Un explícito sí refutaría la tesis de que nos
conformamos con sobreaguar en corrientes que otros agitan y nos
incitaría a reinventar al Tolima desde una construcción jurídica de
región autónoma, un modelo de desarrollo económico endógeno y una
estrategia de globalización que antepone el interés tolimense al interés
nacional y transnacional. La región sufre sequedad de ideas y sus
buenos pensadores, que bien examinan la política menuda, “arreglan
países vecinos”, loan imperios, opinan del Medio Oriente o de Europa,
poco piensan su propia región y, con esta curiosa conducta omisiva, no
ayudan a que la sociedad civil halle unidad y método para escribir la
historia del futuro, donde vivirá su descendencia.
Alberto Bejarano Ávila
Experto Invitado
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